La mamá de Gastón lloraba cuando su hijo subió al escenario pra recibir de manos de Decano de la Facultad el premio al mejor alumno de la promoción que se graduaba. La mujer se volvió & abrazó cálidamente a Liliana.
-¡Ay mijita, todo te lo debo a ti! - le dijo a la joven-. Si Pedro estuviese con nosotros...
Su marido había fallecido hacia dos años.
También Liliana sentía que unas lágrimas de felicidad le llenaban sus ojos. Una emoción profunda la embargaba al ver que los asistentes a la ceremonia aplaudían, de pie, a Gastón. Desde las filas de asientos reservados a los estudiantes que egresaban de la carrera de Odontología, Rodrigo la miró & le hizo un gesto de felicitación; no era por ella, desde luego, sino por Gastón. "No me lo debe a mí", pensó ella, cerrando los ojos.
La ovación era atronadora. Y le recordaba el ruido de los palitroques de su hermano Marcelo, con el que no la dejaba tranquila cuando eran niños. O el sonido del juego de bolos, interrumpido con una salva de aplausos, cuando la sala de entrenamientos estaba llena. Sí, su recuerdo era del Bowling, en aquella noche lejana...
· Liliana lo conoció cuando jugaba bowling con sus amigos, pero Gastón era de otro barrio, de otro sector social y económico, y un desconocido para ellos.Todo había comenzado allí, en el Bowling, y a pesar de los años transcurridos, Liliana rememoraba cada detalle como si se tratara de las escenas de una película.
Hbabía ido con un grupo de amigos, que lideraba Rodrigo -el Pipo, le decían entonces-, Gastón llegó más tarde, para ubicarse con otros muchachos en la cancha cercana. Por supuesto, aún no conocía su nombre. Desde el principio se notó que no eran de su barrio en el sector oriente de la ciudad, & que no dominaban el juego, lo que provocó sonrísitas irónicas del Pipo & bromas pesadas de Marcelo.
Con cierta timidez o prudencia, el otro grupo simulaba no estar escuchando los comentarios, lo que al final resultó peor. Cuando el Pipo se proponía algo era como un tanque & nada lo detenía -en especial Marcelo, el hermano de Liliana, que estaba presente & le celebraba todo-, & sus pullas fueron subiendo de tono & se hicieron cada vez más ofensivas. Hasta que encontró una reacción en uno de los muchachos desconocidos, que le respondió con un chiste oportuno que provocó las risas incluso de otros grupos de jugadores.
El Pipo se puso rojo de ira, pero no contestó. Parecía estar masticando su rabia. De pronto, la mirada de Liliana se encontró con la de uno de los jóvenes del grupo. Era alto & delgado, moreno, & de rostro inteligente. Le estaba sonriendo con simpatía. Ella, sin proponérselo, le delvolvió la sonrisa.
Aquel intercambio de silenciosos mensajes continúo por largos minutos. El Pipo estaba ganando & consideró que con ello daba la lección a los extraños, ignorándolos por completos. Aunque, por supuesto, repetía comentarios en voz demasiado alta acerca de su destreza & entraba en una onda simpática para ganarse la atención de Liliana. Pero entonces descubrió lo que estaba ocurriendo. Fijó su vista en la chica & siguió la mirada de la joven, hasta encontrarse con el rostro desconocido. Y no le gustó
- Yo no sé por qué tienen que venir aquí tipos que no son de este barrio -dijo, despectivo-. Y además, gallos medios atorrantes.
Se produjo un pesado silencio, pues el Pipo estaba mirando fijamente al joven. Este no contestó, & volvió la cara hacia otro lado, lo que enfureció aún más al Pipo, que se puso de pie & se le acercó:
-Esta mina -su voz era cortante- es mi amiga & casi mi polola; así que, ¡distánciate, gallo!
El Pipo era rugbista & los amigos que lo acompañaban también lo eran; los otros, en cambio, personas de contextura normal, no parecían muy fuertes. Liliana, afligida, vio como el desconocido se sonrojaba intensamente.
Uno de sus compañeros intercedió:
-Vámonos, Gastón -le dijo, congiéndolo de un brazo-. Más tarde será difícil tomar locomoción.
El Pipo & Marcelo coreados por los demás del grupo, reían a carcajadas de las bromas hirientes que hacían de los otros muchachos cuando abandonaron el local. Hasta Liliana -que se sentía impactada por Gastón- tuvo que reir; sin embargo, le dijo al Pipo que "primero muerta antes de pololear con él, por pesado & prepotente".
Pero cuando ellos también salieron del Bowling, bastante más tarde, & montaron en las motocicletas, Liliana divisó a Gastón, solo, en el paradero del Transantiago. Parecía haberla estado esperando.
Lo volvió a ver en el mall del barrio un par de semanas después. Liliana andaba con Claudia, & Gastón apareció imprevistamente saliendo de uno de los locales, con una bolsa de compras. El joven se detuvo & de nuevo sus miradas se encontraron. Liliana quiso continuar caminando, pero Claudia se acercaba a la vitrina próxima & la tironeaba del brazo.
- ¡Hola! -la saludó Gastón. & ella pensó que se sonrisa era muy agradable. Intentó aparentar que no lo reconocía.
- ¿No te acuerdas de mí? -continúo él-. Nos vimos una noche, en el Bowling.
-¡Oh, sí, hola, hola! -dijo ella, & no pudo evitar alegrarse-. La nochesita aquella... Oye, tienes que disculpar al Pipo, porque...
-¿El Pipo? -Pareció que él, de pronto, era presa de gran tímidez-. Yo... en realidad... Bueno, fuí otras veces al Bowling... por si te veía de nuevo.
Claudia se aproximó. Ahora Liliana estaba algo turbada.
-¿No me presentas? -preguntó Claudia, acercando su mejilla a la de Gastón para que la besara.
Cuando supo de quien se trataba, la niña rió con picardía.
-¡Gastón! ¡Tú eres el famoso desconocido del Bowling! La Lily no deja de hablar de ti, del "pinchazo" de ustedes, & de cuando el cargante del Pipo...
-¡Callaté, Claudia, por favor! -la interrumpió Liliana, Pero su amiga reaccionó con tardanza. La "información confidencial" ya había salido de sus labios.
-¡Creo que metí la pata! -explicó, con una mueca cómica-. Oye, ¿por qué no vas con nosotros a esquiar el sábado?
-¿A esquiar? -Gastón se veía confundido-. En realidad -ahora se ruborizó- no he esquiado nunca... Lily, disculpa... Es tarde. Creo que... que tengo que irme.
-Espera un poco... -le rogó Liliana, buscando alguna frase apropiada en su cerebro para retnerlo.
-¡Ya sé, chiquillos! ¡Podriamos juntarnos un fin de semana de estos -continúo Claudia, atropelladamente, queriendo ayudar a Liliana- para ir al lago &...!
Entonces se quedó callada. Los observaba a los dos, que se miraban diciéndose muchas cosas, pero sin pronunciar una sola palabra.
Gastón se volvió a Claudia:
-Tampoco puedo ir a ningún lago. En realidad... -carraspeó un par de veces, tapándose la boca con un puño- Ya saben. la famosa PSU. La prueba para entrar a la universidad...
Pero no era eso. Liliana se dio cuenta de que quizás el joven no podía darse el lujo de ir a la nieve o a navegar. La falta de entusiasmo de Gastón se lo confirmaba.
Claudia había sacado su teléfono calular de su cartera, accionándolo con la uña de su pulgar derecho.
-Gastón, coloca el número de la Lily en ru celular -le dijo a Gastón-. Llámala cuando quieras.
-Gracias, Claudia -el extrajo el celular de un bolsillo & anotó los número que le dió la chica.
- Yo, este, o sea... -ahora, miró a Liliana-. Me ha gustado mucho haberte visto, Lily. ¡Saludos a tu pololo! Es ése, el Pipo ¿no?
-¡ Oye, yo no estoy oikikeando con nadie...! ¡Ni menos con el Pipo!
Pero ya no la escuchaba. Se estaba alejando&, con disimulo, oculto entre la gente que llenaba el mall, manipuló su celular, con extraña rapidez, energía & decisión.
-¡Ese tonto esta borrando tu número de su celular, Lily! -esclamó Claudia, con un gesto de reproche-. ¡Olvidare de ese tibti, "amigui"! ¡No vale la pena!
-Claudia, se problema es otro... Ya te contaré... algún día.
-Está bien. Túsabes lo que haces.
· El Pipo no soportaba la presencia de Gastón & se oponía a que Liliana iniciara un romance con "un gallo cualquiera", como el que se entrometía en sus vidas.Liliana no lo habia olvidado.
Días después, al salir del Bowling con sus amigos -Claudia habia insistido en que fueran-. él estaba en la acera del frente.
-¡Es Gastón, ahí está! -le dijo Claudia, en voz baja mientras los demás montaban sus motocicletas- ¡Te dije que tu misterioso "amigo" volveria a aparecer!
Dieron una excusa & sus amigos se marcharon. Al quedar solas, Gastón las miró, indesiso.
-¡Llámalo, tonta! -urgió Claudia a Liliana, & entonces ella misma le hizo una seña amistosa con la mano, que el joven devolvió. Cruzó la calle en dirección a las dos niñas.
Se veía un tanto avergonzado, pero Claudia rompió el hielo:
-¡Oye, déjense de rodeos! ¡Los dos se gustan!
-Quería verte -le contestó él a Liliana-. Creo que la otra vez... fuí muy tonto.
Claudia se alejó unos pasos, dejándolos solos.
-¡Yo fuí la tonta! -le replicó ella, sintiendo como galopaba su corazón-, porque me gustó encontrarte el otro día, & cuando te fuiste... -sonrió avergonzada-- La Claudia me ha molestado todos los días con esto; me dice que no debí haberte dejado ir...
La estaba mirando muy al fondo de sus ojos. Luego se observó a sí, mismo, como evaluándose, & se cerró la casaca.
-El probelma, Liliana -a ella le encantó cómo pronunciaba su nombre- es que... Bueno, ¡esto es una locura! Mira, yo soy de otro mundo, muy distinto al tuyo... Tú vas a esquiar, ¡pero yo, simplemente, no tengo para comprar esquies!
Liliana le sonrió con ternura & comprensión, como si aquello no significara nada.
- Mi padre es profesor de un liceo, pero el tuyo... - Gastón interrumpió la frase-. Yo no sé siquiera si podré ir a la Universidad...
Dio unos pasos hacia atrás.
- En cambio tú, o el Pipo... -sonrió con un dejo de amargura-. Nuestros futuros serán muy distintos, lo sé -lanzó una extraña carcajada-. Parece telenovela, pero es la realidad.
-¡No seas ridículo! -ella le habló con vigor-. Podemos ser amigos ¿Acaso crees que mis papás me van a prohibir verte? No los conoces, Gastón. ¡No puedes volver a desaparecer!
- No he desaparecido. Ya ves, he vuelto aquí..., por si te encontraba. Para mirarte de lejos, porque no me atrevo a meterme en tu vida.
- Y me has encontrado. Y vamos a ser amigos.
Ella volvió a sonreírle con un gracioso gesto de su boca, apoyándose al mismo tiempo en el antebrazo del joven.
Él la miró, & sus ojos brillaban. Le levantó suavemente la barbilla, con cálidos dedos, & los labios de uno & otro avanzaron hasta tocarse. Liliana creyó sentir en su pecho los latidos del corazón de Gastón. ¿O eran los del suyo?
Entonces, detrás de ellos, se oyó el rugido de una motocicleta. Se detuvo a unos metros de distancia & su conductor, sin bajarse & sosteniéndola con un pie en el paviemento, la aceleraba con rudeza.
El Pipo, que había vuelto sospechando algo extraño en la conducta de Liliana, los observaba con frialdad de hielo.
Habia anochecido cuando se separaron, Gastón estaba solo en la parada de buses cuando se aproximaron las tres motocicletas. Avanzaban con lentitud, sin hacer demasiado ruido.
Como si fueran extraterrestres enfundados en sus trajes de astronautas, los tres muchachos los estaban observando, en silencio, ocultos sus rostros tras las viseras oscuras de los cascos.
Entonces subieron con sus vehículos a la vereda & rodearon a Gastón. Los motores continuaban rugiendo, amenazadores, acelarados una & otra vez & ahora causando un ruido infernal. El Pipo se quitó el casco; Marcelo, el hermano de Liliana, levantó la visera del suyo. El tercer muchacho no se movio.
Los motores ahora ronroneaban.
-Deja tranquila a la Lily - le dijo friamente el Pipo a Gastón-. tú no eres de aquí & ella es de nuestro grupo, no te pertece.
-¡Mi hermana no se fijaría en un "flaite"! - añadió Marcelo con desprecio-. Y nosotros no queremos tener problemas con gente de otro barrio.
Gastón tragó saliva.
- La calle es pública -su voz traicionaba su nerviosismo.
El Pipo sonreia con desdén.
-Pero Liliana no es pública... ¡Ubicate, Gastoncito! ¿Crees que esta es una telenovela? -era extraño que también él dijiera casi lo mismo que Gastón-. Ella está lejos de tu alcance--- Y no va a haber un happy end para un "romance" entre tu & Lily. ¿Que me dices?
Silencio.
-Ahora, no nos opndriamos si quieres juntarte con ella en Las Tacas, en La Parva... o en la Peninsula..., o en... -el muchacho sonreía con ironía & crueldad & no se le oyó el últimolugar que nombró.
- Mira, Pipo... -comenzó Gastón.
-¡Pipo me dicen mis amigos! -le cortó el otro-. Mi nombre es Rodrigo.
Marcelo se inclinó sobre el volante de su motocicleta.
-¡No quiero que vulevas a molestar a mi hermana, compadre! -fue tajante.
Pero entonce llegó el bus.Gastón subió el cierre de su casaca & caminó hacia el vehículo.
-¡Cobardes! -dijo conrabia, sientiendo que amargas & rebeldes lágrimas le humedecían sus ojos-. ¡Son muy valientees cuando andan juntos!
Subió rápidamente al vehículo. El Pipo, furioso, quisodesmontar de la moto, pero Marcelo se lo impidió.
-¡Déjalo! ¡No va a volver por aquí! ¿No te fijaste? ¡Estaba blanco de miedo!
Cuando el bus partió, el Pipo recogió algo del suelo.
- Se le cayó cuando se subía ek cierre -explicó, mirando una pequeña lámina. Luego soltó una carcajada. Entregó la estampita a Marcelo-. Llévasela a la Lily. ¡Se va a matar de la risa!
Era la imagen del Papa Juan Pablo II. Bajo el pacífico rostro del Pontifice se leía una breve frase: "El amor es más fuerte".
Marcelo se lo contó a Liliana esa misma noche. Se burló del joven de otro barrio que había "arrancado con la cola entre las piernas"
Liliana sostenía la estampa entre sus manos, recostada en su cama. Una homçnda emoción llanaba su pecho.
-¡Estas llorando! -le dijo, asombrado, su hermano- ¡Llorando por un idiota desconocido!
-¡Pobrecito! -ella enjugó sus lágrimas-. ¡Tres imbéciles prepotentes amenazándolo! -se enfureció- ¡Sé que no volveré a verlo, que no volverá a venir, pero ándate de mi pieza o le digo todo a mi papá! ¡A ver si le va a gustar lo que hicieron con él!
-¡Calma, calma, hermanita! ¡Al fin & al cabo... no es más que un gallo cualquiera! -Y se fue, temeroso de que ella le arrojara algo.
Liliana estrechó la estampita contra su pecho.
Había pasado más de un año.
Liliana acompañó al Pipo a matricularse en la carrera de Odontología. Hacía un mes que pololeaban, aunque la relación no era tan fuerte ni apasionada como al principio. El carácter dominante del joven era la causa de continuos desacuerdos.
Rodrigo -no le agradaba ahora que le dijieran Pipo- estaba algo desalentado, pues había pretendido ingresar a Medicina, pero su puntaje en la prueba de selecci´n para ingresar a las universidades se lo impidió & debió conformarse con seguir una carrera que no le gustaba.
El joven se abrió paso a codazos hasta llegar al mesón para ser atendido por la funcionaria de la universidad. Pero tuvo que esperar, pues un muchacho alto & formido llenaba los formularios. Se los entregó a la mujer.
-Eres becado, ¿verdad? -le preguntó la funcionaria al postulante; luego, mirando los papeles, silbó, admirada- ¡Que puntaje, Dios mío! Podrías haber postulado a medicina, si quisieras.
-Siempre me gustó la odontología, señorita -dijo él con voz varonil pero muy amable-. & podré estudiar gracias a esta beca.
Recibió los comprobantes & se volvió. Su rostro quedó a centímetros del de Rodrigo & entonces ambos se reconocieron.
Era Gastón, que ahora, por sobre el hombro del Pipo, miraba a Liliana. Ella sintió algo frío en el estómago & se estremeció.
Las vueltas de la vida.
El Pipo & Gastón serían compañeros de curso.
· Con sus cascos relucientes & las viseras bajadas, los tres muchachos rodearon en sus motos rugientes a Gastón, amenazándolo con prepotencia para que nunca más volviera a ver a Liliana.La adolescencia quedaba atrás. Los jóvenes de aquella lejana noche del Bowling ya eran maduros.
Cuando llegó diciembre, con todo su ambiente festivo & las carreras por las compras de los regalos de navidad, Liliana dejaba un paquetito primorosamente envuelto, sobre su cama.
Claudia estaba intrigada.
-Un regalo realmente misterioso -comntó con picardía- ¿Puedo adivinar para quién es? Para el Pipo, es decir, Rodrigo, tu pololo.
Liliana sonreía con aire misterioso. Comenzó a abrir el paquete, cuidando de no rasgar la envoltura. Un pequeño portaretratos quedó a la vista. Claudia se inclinó para observarlo & vio la imagen de Juan Pablo II con la breve leyenda: "El amor es más fuerte". Levantó la cabeza & miró a Liliana con alegre emoción.
-¡Es para Gastón! Pero... ¿& el Pipo?
-Rodrigo & Gastón son ahora muy amigos -Liliana estaba radiante-. A Rodrigo no le iba muy bien, & al acercarse los exámenes, humildemente le pidió a Gastón que estudiaran juntos...
& lo están haciendo.
- ¿& olvidó Gastón el pasado, la noche, ésa, de las motos?
-Parece que no han tocado el tema... & yo guardaré este regalo hasta la Pascua & se lo daré a Gastón.
-¡Oye..., estás jugando con fuego! Tu pololeo con Rodrigo parece que va en serio.
Liliana sacudió la cabeza, como turbada o arrepentida.
-En realidad... Gastón, es un amigo, Claudia... Lo quiero mucho, pero lo que pasó antes... -alzó la cabeza, de golpe , desbordándose su pelo sobre la cara-. ¡Claudia, éramos unos chiquillos, tontos & malcriados! Sí, es sólo... un amigo. & llevo un tremendo sentimiento de culpa por la rotería que le hicimos.
-¡Los rotos & maleducados fueron el Pipo & tu hermano Marcelo, para que estamos con cosas!
Cuando Liliana quedó sola envolvió de nuevo el regalo. Sí, era un pololeo en serio el suyo con Rodrigo. Pero un sollozo a su garganta. Desde el reencuentro, Gastón nunca había intentado siquiera conversar con ella. Cuando se veían, él parecía frío & distante; el afecto pasado tenía que haber muerto en él, humillado, vejado por los amigos de la niña.
En la vispera de la Navidad, las dos amigas habían iniciado un largo recorrido para repartir sus regalos a sus amistades. Cuando llegaron a la casa de Rodrigo, éste había salido. Pero regresaría pronto.
Gastón lo esperaba, sentado en el sofá del living.
Después de los saludos, se produjo un denso silencio. Claudia, tratando de animar el ambiente, se rió sin motivo alguno. La miraron con extrañeza & volvieron a esconderse en sus capareazones protectores.
-¡Bueno, bueno! ¡Esto parece que fuera un chiste cruel! -exclamó Claudia, poníendose de pie- ¡Aquí estamos de nuevo, como esa tarde a la salida del Bowling! ¿Qué quieres Gastón? ¿Qué te haga una señita con la mano para que te acerques a la Liliana?
Los otros dos se sintieron incómodos.
-Oye, Claudia -le dijo él- ¡déjate de bromas de cabros chicos! Ya estamos creciditos.
Liliana cogió un cenicero de la mesita de centro, pero lo devolvió a su lugar, de inmediato. Buscó una revista, con la mirada; pero no había ninguna. Juqueteó con la bolsa de plástico que contenía los regalos.
Claudia se puso las manos en las caderas.
-¡Vamos por partes! -resopló-. Gastón, la Liliana te tiene un regalo de Pascua. Pero yo creo que es más que un regalo. Es un mensaje -se volvió a su amiga, que iba a comenzar a protestar-. Aunque se enoje conmigo, Gastón, la verdad es qeu no te ha olvidado...
Claudia puso la bolsa sobre la falda de Liliana:
-Entrégale tu regalo a Gastón -le ordenó. & Liliana maquinalmente, rebuscó en la bolsa & le alargó el paquetito a Gastón. Con un gesto, Claudia lo urgió a abrirlo, & el obedeció.
Cuando vio la estampa en el portaretrato se dulcificaron sus facciones.
Luego miró a Liliana con la emoción reflejada en sus ojos.
-¡Siguen tan cabros chicos como esa vez! -exclamó Claudia, & cogió de una mano a Liliana, obligándola a levantarse, para empujarla en el sofá, junto a Gastón.
Ambos se miraron, muy serios. Después, con ternura, él le tomó una mano & se la llevó a los labios, besándosela.
Parecía que el corazón iba a estallar en el pecho de Liliana, que se apresuró a decir, con palabras temblorosas:
-Era tu estampita... Se te cayó esa noche, cuando te amenazaron en la parad del bus... & la he guardado todos estos años... -se quedó callada, ansiosa, observándolo.
-"El amor es más fuerte" -leyó él, como una sentencia-.
Creo que tengo que confesártelo, por fin...
Se acercó más a ella.
-Liliana..., tu amor fue mi fuerza... Aquella noche comprendí que debía luchar, que tenía que superarme. Gracias a Dios, lo he logrado... Porque nunca dejé de pensar en tí, & fue ese amor el que me empujó siempre para salir adelante.
Liliana no respondió. Cerró los ojos, mientras la inundaba una alegría inmensa. No advirtió cómo él se aproximaba a ella, todavía más, sino hasta sentir la suave caricia de sus labios sobre los suyos. & entonces pasó sus brazos por sobre el cuello de Gastón.
Claudia se puso a aplaudir, mientras lanzaba exclamaciones de "¡Bravo, bravo!". Pero se interrumpió.
Algo sucedía. Liliana & Gastón se volvieron a la puerta. Rodrigo estaba allí.
En el Aula Magna, Liliana volvió a la realidad. La ovación que sus compañeros tributaban a Gastón había terminado & los recuerdos de la joven se deshacían como los perfumados pétalos de una flor.
Gastón descendía del escenario. Rodrigo se levantó de su asiento & salió al encuentro, para estrecharse ambos en cálido & fraternal abrazo.
Sí, cuandos los sorprendió besándose, Rodrigo había comprendido que su pololeo con Liliana era sólo un empecinamiento, que ella nunca había dejado de querer a Gastón. &, caballerosamente, se retiró del campo. Fue la ocasión, también, para disculparse por su torpeza de aquella noche de las motos.
Los dos amigos se habían entendido por fin.
& ahora se abrazaban.
-¡Compadre, un premio que te merecías! -le dijo Rodrigo a Gastón-. Pero hay más todavía... ¿Se acuerda que usted tenía algunos problemas para instalarse con su clínica privada? Bueno, tengo una proposición: nos asociamos. Yo instalo la clínica & tú pones el talento.
-¡Socios! -exclamó Gastón- ¡Por supuesto que acepto, socio! ¡Pero el talento lo pondremos los dos, tú & yo! ¡& la Liliana, que este año termina su carrera, será nuestra relacionadora pública!
Ella ya estaba a su lado, lo abrazaba & lo llenaba de besos. "El amor es más fuerte", le murmuró al oído, & él la apretó aún más contra su pecho.
-Hay una condición, compadre -dijo, festivamente Rodrigo-. el padrino del primer hijo de ustedes tengo que ser yo. :)